Sala C
Del 19 al 21 de octubre

La obra reúne mujeres y pequeñas piscinas realizadas en cerámica, en un mismo espacio, cada una situada en su soledad, generando un clima reflexivo que las vincula.
Cada pieza congela un momento, un segundo en el que la introspección se apodera de los cuerpos y el tiempo se detiene para contemplar la inevitable búsqueda de comprenderlo todo.
¿Flotar o sumergirse? Equilibrio en sentir la quietud e incertidumbre en cada última respiración, antes de volver a buscar el aire. Quiebre en esa espesa y opaca línea que separa el adentro y el afuera de los cuerpos que descubren lo inevitable del fin.
Piletas, tarimas y escaleras son algunos de los espacios elegidos para situar a las mujeres. Conviven bloques sólidos y pesados que contienen a las figuras en el agua tibia que dialoga con las piernas y nos relatan el relajo de sentir todo hasta el dolor. Algo en común entre ellas espera abajo, donde tira cuando se sufre un desamor o un instante perdido que ahonda en la nostalgia.